Cuando vuelvas no sé si será
tarde o será mañana, cuando vuelvas ya no sé ni quién serás ni quién seré yo.
Aquí te espero con el mismo soplo que dejaste esperando y con el poema de
Benedetti a medio susurro.
Aún recuerdo el día de tu marcha, me dejaste ahí
postrado sobre el orgullo esperando, esperando… Pero aún recuerdo bien que
dijiste y yo dije, uno sacó la armadura y el otro la espera, uno sacó la
ponzoña y el otro la cobardía. Así fue, nos herimos y nos herimos hasta rajar
la costura de la penuria que llamábamos tontamente amor. De ahí para adelante
mirando a los internos y a los dolores, continuando con el daño colateral a la
distancia y con la marcha perpetua de una carga llamada “para siempre”. Y es
que ojalá todo fuera tan sencillo como coger un botón y borrar todo lo malo,
como un tema de ordenadores. Pero no es así y entonces vamos llenando el saco
de la experiencia, de la coraza que nos unirá de por vida. Te marchaste y para
mí fue muy fácil hacerme la víctima, postrándome sobre una litera de cuchillos
ante el todo. Yaciendo en mis penas, agonizando ante los demás. Ahí están los
amorosos de Sabines sintiendo cómo se los comen los gusanos mientras duermen.
Tú fuiste otra y tiraste por la borda los sinsabores y comenzaste otro camino,
vendiendo una idea que no era real pero que creaste y creíste en tu mente para
no sufrir más. Prostituiste tu sentimiento al mejor pujador y así de sencillo,
el chiste se contó solo. Pero no te preocupes, yo sigo esperando el momento en
que la vida nos ponga de frente y nos haga ver las cosas hacia atrás. Sin ego.
Aquí te espero con el formato albino que conociste al inicio, sin ningún tipo
de rencores. Eso es infantil pensé mientras en mis adentros te pensé durante
mucho tiempo. Cuando vuelvas, quiero que sepas que ya no habrá príncipes ni
castillos en el aire, tampoco existirá el ideal que construiste. Cuando vuelvas
todo será diferente, seremos transparentes y por primera vez conoceremos la
esencia del otro. Honestamente no te odié, sólo pensaba que lo hacía aunque por
dentro no sabía ni qué significaba esto. Era la mera interpretación precoz del
acto de despojo y no saber contra quién cargar. Sólo quiero que sepas que
cuando vuelvas aquí estaré, aunque ya no seré el mismo que conociste. Seré
otro. Ya no se trata de falacias, historias cortas, heridas que sanan rápido o mártires.
Se trata de escuchar al interior y de sincerarse consigo mismo. ¿De qué nos
sirvió toda la rapiña y suciedad que brotó? De nada. No espero que vuelvas,
nunca lo hiciste. No espero nada de ti, no espero en verdad. Pero sé que cuando
vuelvas lo harás con la conjetura de saber los porqués. Yo los tengo, los tengo
aquí en el pecho siempre conmigo para darte las respuestas. Seré paciente y
tengo toda la vida para que vuelvas. Revisa tu correspondencia, ahí siempre
están mis escritos, los que a la fecha no han tenido respuesta alguna. Ahí
están los cumpleaños, las felicitaciones, las caricias, los poemas, los
premios, las fotografías de los viajes y mis infiernos más bajos. Sólo tú sabes
quién soy y cómo es mi raíz más tenue. Recuérdame siempre, pero no como una
caída o un sollozo. Recuérdame como un pasaje de avance, como una sonrisa. Yo
te estaré esperando con un gesto afortunado de saberte intacta. Cuando vuelvas
te diré al oído que te amo, aunque honestamente no sepa bien el significado ni
la magnitud de eso. Que todo este tiempo ha sido una prueba más, que no ha
pasado nada. Que sigo aquí, siempre sólido para ti.
J.L. Mejía
Hermoso
ResponderEliminarMe encanto el escrito de te odio y cuando volverás ojalá algún día me dedicaran algo así ... Era para tu poni?
ResponderEliminarHermoso
ResponderEliminar