martes, 13 de diciembre de 2011

El placer de sufrir


Así vivía esta persona, con los suplicios cantados, embarrados sobre la nariz y ocasionándole estornudos de sangre, respiros hondos fríos calándole los pulmones. Prefería el pesar aunque esto le trajera dolores de pecho, la rata rasgándole el esófago con las angustias placenteras.

El suplicio era su amante, le gustaba besar la pena mientras lloraba y sola, esta persona se consolaba ridículamente, tan caricaturesca esta pintura como su vida llena de absurdos, basándose en melancolías continuas por esto y aquello. La melodía del dolor, el pago en abonos al desconsuelo del amor entre comillas recíproco, el por qué; el por qué. La muletilla de las causas de una vida así y no de la otra forma, las comparaciones cargadas de estribillos sin saber, sólo desear y anhelar con el daño fuerte en el pecho, la mirada melancólica con pasados galvánicos y empedrados, con masoquismos adorados, erecciones por saberse mártir, por saberse víctima, orgasmos por ser siempre el de la pena, el olvidado, el triste, el resignado. Así vive esta persona, siempre viendo pasar, siempre fumando su cigarrillo dejándose el olor a colilla sobre las huellas, el sarro mineralizado entre las ranuritas, la mirada andada por allí, mirando quién sabe qué o quién sabe a quién. Buscando ser su propio protagonista del melodrama equiparado al de las grandes víctimas famosas, éstas que son aduladas y santificadas; así busca ser esta persona. Busca, busca, sigue durmiendo con el frío, mientras los otros siguen, nadie se percata pero piensa que sí. La melancolía es la comida, es su única apetencia ante las circunstancias. El ansia del tormento es todo, la avidez del llanto con esa mueca tan mona y tan ramera del rostro a punto de la primera lágrima, sin poder controlarla, sin permiso ésta comienza a salir y hace su faena como si se tratase de un concurso de tristezas. Así es su paso por este lugar, pesadumbre tras pesadumbre, sólo pensando en el por qué, pensando en qué hubiera sido si, en por qué a mí, auto consolándose, dándose, así son los tristes, así son; los que aman el sufrimiento. Esta persona era de esta manera, siempre compadeciendo su existencia, cargando sus placeres y cortándose la sangre, arrancándosela. Qué pena este sinsabor, la amargura opacó su vida, opacó el sentir, opacó el querer, opacó el hacer, opacó todo; pero así le gustaba, lo disfrutaba, tenía su propia telenovelita grotesca. 


J.L. Mejía

1 comentario:

  1. ...traigo
    sangre
    de
    la
    tarde
    herida
    en
    la
    mano
    y
    una
    vela
    de
    mi
    corazón
    para
    invitarte
    y
    darte
    este
    alma
    que
    viene
    para
    compartir
    contigo
    tu
    bello
    blog
    con
    un
    ramillete
    de
    oro
    y
    claveles
    dentro...


    desde mis
    HORAS ROTAS
    Y AULA DE PAZ


    COMPARTIENDO ILUSION
    JORGE

    CON saludos de la luna al
    reflejarse en el mar de la
    poesía...




    ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE FLOR DE PASCUA ENEMIGOS PUBLICOS HÁLITO DESAYUNO CON DIAMANTES TIFÓN PULP FICTION, ESTALLIDO MAMMA MIA, TOQUE DE CANELA ,STAR WARS,

    José
    Ramón...

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