martes, 1 de noviembre de 2011

La huesuda y los cínicos


La huesuda los rondaba, bailaba con la palabra
La invocaban en cada ensayo, poema y novela
Siempre la llamaban y aparecía la muy macabra
Unos se burlaban, otros la deseaban y allí estaba la tontuela

Primero llegó con Saramago
La calaca le decía –Vengo por ti ateo-, mientras reía
José, José, ni tu elefante te salva del destino amargo
Éste burlón de la tilica, la esperaba con alegría

El don de la vida terminará en ti Fernando Vallejo
Olor a Cempasúchil, incienso y libro viejo
El escritor con la carcajada le ofreció del vino añejo
La flaquita lo miró, mirando su reflejo

Tú me desenmascaraste con la soledad le dijo a Paz
Risas y  más risotas tiraba la burlona
Bailaron, bebieron y la noche fue fugaz
La huesuda lo llevó, embriagado por la abusona

Los juntó a todos en el más allá
Donde no pudieran escribir más
Sus legados habían quedado ya
La calaca bailando no pararía jamás.

J.L. Mejía

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