domingo, 25 de septiembre de 2011

El mundo homosexual

Se veía una marcha en la ciudad; de heterosexuales. Reclamaban su derecho como seres humanos, el derecho a ser reconocidos como amantes del sexo opuesto. Cantaban canciones, gritaban consignas de igualdad, de reconocimiento, de ciertas cosas que algún niño homosexual que iría pasando con sus madres no entendería.
Éste le decía a su madre –Qué hacen esas personas-, a lo que ésta respondería –Nada hijo, sólo cerrar el tránsito y crear desorden-. Mientras su otra madre, sólo sonreiría ante esta escena bufonesca. Por la mente de alguna de estas madres correría el pensamiento de intolerancia –Malditos heterosexuales, sólo crean problemas, uno que tiene la culpa de que asquerosamente les guste relacionarse entre diferentes-. La escena era así, unos contra otros. Fuese la política, el deporte, la religión, el sexo o cualquier otra cosa. Las dos madres anteriores eran madres a la costumbre, como quien dice chapadas a la antigua. En este mundo homosexual, todo era igual tanto como si fuese al revés. Es decir, había educación, política, escuela, miedos, drogas, violencia, robos, asesinatos, dioses, amor, sexo y cosas del día a día. La única diferencia era que, la creación del ser humano era realizada por los gobiernos y controlada por laboratorios a petición de cada pareja homosexual, de manera que el niño naciera en base a un pedido de lazo. La natalidad por pareja heterosexual, era poco permitida. Si un niño nacía de esta forma, era mal visto, era como ser un bastardo o peor aún, pues tus padres eran heterosexuales y esta situación era asquerosa. Los presidentes eran homosexuales, estaba el presidente y su primer hombre o en el caso contrario la presidenta y su primera dama. Los ejércitos eran mixtos pues no había problemas de relación hombre y mujer. Mucho estaba con armonía, de vez en cuando alguna pareja de heterosexuales paseaba por la calle con las manos unidas, mientras un sentimiento de indiferencia ante el todo pasaba por sus mentes. Éstos recibían increpaciones por parte de los menos tolerantes: -Jodidos heterosexuales-, -Se van a pudrir en el infierno-, -Jodidos locos-, -Qué asco- y cosas así. Algunos más tolerantes aceptaban su diferencia y convivían de manera normal. La religión primordial de este mundo era la del profeta y el dios homosexual. Los más fanáticos, no aceptaban los matrimonios entre heterosexuales, decían que iba en contra de la naturaleza del ser humano. Cómo sería posible que ames al ser que tiene un pene contrario a ti, que tienes una vagina, no son iguales, decían éstos. El libro sagrado era –El sagrado escrito-. En este escrito el profeta establecía el amor entre todos los humanos, sin importar el género o la preferencia sexual. Sin embargo la historia, ideas de ciertos intérpretes, líderes y políticos mesiánicos hicieron que, la gente no tolerara a aquellos que su preferencia sexual fuera distinta a la de su dios y profeta. En algunos sitios, la ley y otras cuestiones comenzaban a ser de mayor equilibrio. Existían bares para heterosexuales, sitios para heterosexuales y que éstos se conocieran, amaran y vivieran tranquilos. Alguna ley que aceptaba la procreación, aunque más controlada; un hijo por pareja, llenar muchos papeles, burocracia, el señor gordo homosexual que no quería sellar la hoja y todas esas cosas. Los heterosexuales tenían su bandera, ésta era mitad azul y mitad rosa. Generando una postura de los géneros amándose y aceptando su preferencia. En ocasiones algún heterosexual solicitaba un empleo. En la hoja de solicitud decía –Pareja-,  éste colocaba un –Sí, esposa-. Le negaban el empleo, imposible, sólo amantes del mismo género. Así era el mundo homosexual. Igual había lo mismo para todos, de todo para todos.

Jorge Mejía

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