lunes, 5 de septiembre de 2011

Más peligroso el joven que piensa al que roba


Esta frase siempre me ha gustado. Muchas veces al joven se le culpa por ser joven. El joven peca de ser joven, ese es su error y debe cargar con eso durante su juventud. El joven es visto en ocasiones como: materia prima, moldeable, inexperto y temerario.
El mayor no recuerda que en algún momento fue joven. El joven es visto como lo anterior porque en ocasiones cuestiona, pone en entredicho y el mayor sólo atina a pensar en cosas como: “Está en la edad de ser rebelde”, “Es normal, la inexperiencia de la vida”, “Es joven y tonto”. Temo como escritor pensar lo contrario. No es que sea muy mayor, la verdad soy joven aún y más de pensamiento. Pero me tocó recibir esos comentarios y más durante años, en ocasiones todavía recibo cuando cuestiono algún discurso. Me agrada conversar con la gente mayor, en ocasiones con algún señor de noventa años, el mismo que me cuenta su vida, su criterio es siempre duro y su forma de percibir las cosas con los años se formó sin ser ya moldeable. Me cuenta el resumen de años y supongo que sólo lo que hace percibirlo noble e indefenso. En otras oportunidades, converso con algunos de cincuenta años, sin intentar generalizar. Noto como algunos desean realizar lo perdido por años de trabajar para un mismo sitio, de recuperar la infancia de los hijos, de sentirse orgullosos por ser abuelos primerizos, de tener un segundo aire, algunos de disfrutar lo cosechado, algunos tomarán un camino meramente hedonista, otros un camino más nihilista, otros se deprimen y se amargan el resto, otros se arrepienten de los errores de jóvenes, otros intentan comenzar de cero y así cada jarrito tiene su propio líquido. Luego converso con los jóvenes de quince y menores, algunos sólo piensan en el amor, en ese amor puro; no tiene vicios. El mayor dice: “Qué va a saber amar si es sólo un niño”. Me gusta más conversar con ellos, muchos no tienen vicios mentales, no tienen prejuicios, no tienen malicia, no tienen un camino caminado, no tienen criterios formados por terceros. Un mayor dirá: “Es moldeable e inocente”, bajo su discurso de monopolización del tercero, como sucedió con él. Yo digo: “Es alguien que puede pensar”. Con lo anterior, no pretendo decir que el mayor no piensa, sólo que ya tiene un “algo” formado y cincelado; que puede cambiarlo: sí, pero exige un mayor cambio y una lucha interna más exigente. El joven no tiene un discurso, no cuenta con un molde, no cuenta con una posición política o religiosa bien enraizada, discurso social empotrado, dogmas y cosas por el estilo. El joven sólo es joven, esa es su labor. El joven que piensa, cuestiona, critica, desarma, rompe, analiza y todo desde una posición imparcial o cuando menos no viciada por tanta información truqueada, por discursos peligrosos, por lideres que mueven o por experiencias de la vida. Puede representar un peligro para ciertos individuos o grupos. La experiencia forma un carácter, una forma de percibir, un contenido interno. Ésta, poco a poco hace duro eso que te deja cambiar de opinión, según te das cuenta de ciertas cosas, ésta realiza ciertos vicios ventajosos según la situación, ésta hace que ya no seas tan arriesgado o desees luchar por motivos nobles, ésta hace que ya pienses primero en qué pasará si. El joven que roba es peligroso, es bueno pensar en  el porqué de la acción. Es una consecuencia de; en cambio el joven que piensa es más peligroso, pues atenta contra intereses, poderes, dogmas, discursos y todo eso que hace que algunos estén en una posición cómoda ante el joven que roba


J.L. Mejía

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